El esplendor de Sevilla
Hay algo en despertarse un poco más tarde de lo habitual que hace que el día se sienta especialmente indulgente, y hoy fue justo eso. Me levanté de la cama a las 9:30, renovada y lista para lo que Sevilla tuviera para ofrecer. Después de una rápida ducha, me uní a todos para el desayuno, y el ritmo pausado de la mañana nos permitió disfrutar de la calma antes de las aventuras.
Una vez que terminamos de desayunar, nos pusimos en marcha para explorar la belleza de la ciudad. Sevilla realmente sabe cómo enamorarte: cada rincón parecía susurrar su historia. La arquitectura era impresionante, desde los intrincados azulejos hasta las altas agujas, y no pude evitarlo: me paré a tomar una foto de casi cada edificio. Cada uno parecía más increíble que el anterior, y mi galería de fotos se convirtió rápidamente en un altar a la elegancia de Sevilla.
Nuestra destino era un monumento histórico, y a medida que nos acercábamos, mi emoción se transformó en una ola de estrés. En la entrada, nos pidieron dos formas de identificación. ¡Fue entonces cuando me di cuenta de que no había traído nada conmigo! Mi mente se llenó de pánico, imaginando que me perdería la oportunidad de ver ese increíble lugar. Afortunadamente, recordé que tenía una foto de mi documento de identidad en el teléfono y acceso a mi portal estudiantil. Crisis solucionada. Una vez dentro, todas mis preocupaciones se desvanecieron.
El lugar era impresionante. Los jardines, con sus flores vibrantes y senderos tranquilos, parecían sacados de un cuento de hadas. La arquitectura era una mezcla de grandeza e historia, cada piedra y arco susurrando las historias de siglos pasados. Disfruté cada momento del recorrido, deteniéndome a tomar fotos en cada rincón. Pasamos alrededor de una hora y media explorando, y al final, mi estómago rugía más fuerte que el bullicio de los turistas.
El almuerzo fue una parada rápida pero satisfactoria en un restaurante turco, donde pedí kebabs y papas fritas. Los kebabs estaban jugosos y llenos de sabor, aunque las papas fritas estaban un poco secas. Aún así, la comida cumplió su propósito, y mientras caminábamos de regreso al Airbnb, nuestro grupo conversaba y reía, disfrutando del cálido aire de la tarde.
La siguiente actividad era una visita opcional a un famoso estadio, pero yo, junto con tres chicas más, decidimos saltárnosla. Estábamos demasiado cansadas o teníamos cosas que poner al día, así que nos quedamos descansando. A las 6 p.m., fui con la Señora Cristina para una rápida compra en una tienda cerca de nuestro Airbnb. Fue agradable ir a un ritmo más tranquilo, recogiendo lo esencial para la cena.
Cuando regresamos, los demás también habían vuelto, y la tarde estaba llena de actividad. La preparación de la cena ya había comenzado, y el delicioso aroma se extendía por todo el espacio. Mientras tanto, la Señora Cris, Anina y yo decidimos visitar una tienda de segunda mano cercana. Digamos que no pude resistirme: terminé comprando algunos tesoros, ¡y no me arrepiento de ni una sola compra!
De regreso en el Airbnb, me arreglé y disfruté de una cena increíble preparada por Taina, Aurore y Beatriz. Fue la manera perfecta de recargar energías antes de nuestra última aventura del día: un espectáculo de flamenco.
La actuación fue fascinante. Los bailarines se movían con tal precisión y pasión, sus pies marcando ritmos que parecían resonar en mi pecho. El flamenco es más que un baile; es una historia contada a través del movimiento, la música y la emoción pura. No podía apartar la vista de los artistas, que hacían que los pasos más complejos parecieran fáciles.
Al final del día, sentí una mezcla de satisfacción y agotamiento. Sevilla me había envuelto en su magia, y sabía que recordaría este día para siempre. Una cosa es segura: definitivamente volveré.
Por Priscilla, miembro de #Yo Me Voy Pa’ España
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